miércoles, 26 de agosto de 2009

Es urgente redistribuir la palabra

Por Sergio Peralta
www.alainet.org

Pocas veces, la República Argentina se ha visto atravesada, como lo está siendo hoy, por aires que tienden a desvirtuar la información o “en el mejor de los casos a callarla”. Los mal llamados medios de comunicación, son empresas económicas y financieras que usan a sus distintas patas elefantiásicas apoyadas en lo gráfico, lo radial, lo televisivo, lo digital, para fijar posiciones que tienen más que ver con los intereses empresariales que con la misión de informar.
Toman posiciones y modelan el relato de la gente de una manera tosca y descarada. La comunicación de las acciones públicas no tienen modo de llegar y dependen de los humores y de la trama de los multimedios. De esta forma el sujeto social se ve imposibilitado de defender los cambios que favorecen a sus intereses.
Pero para entender de alguna manera el proceso deberíamos darle una mirada al origen más reciente de la causa. Seguramente la punta del ovillo se pierde en los primeros pasos del país. Contarlo excede largamente el espacio de esta escritura y la paciencia del que lee esto.
La sociedad argentina se vio desbastada por la década del 90. Los diez años de Carlos Saúl Menem al frente del Ejecutivo Nacional llevaron al país al borde de la dependencia económica-financiera de las angurrientas empresas multinacionales. Claro está que sin el nefasto accionar de los militares y civiles genocidas que participaron del golpe de 1976 hubiese sido imposible llevar adelante la implantación del modelo neoliberal que se venía perfilando
Nos creímos en el primer mundo, en su discurso triunfante, el Gobierno hizo de la mente de no pocos argentinos una caja llena de especies de la India, los bolsillos llenos de galletas de Viena. El lomo a la pimienta era solamente lomo si la pimienta era de Cayena. Nunca hubo tantas zapatillas importadas, ni tantos perfumes franceses, ni tantos argentinos viajando por el mundo gastando los pesos que valían uno a uno con el dólar. Los medios masivos de comunicación alentaban la gran fiesta. Sus dueños pasaron a ser socios de empresas que nada tenía que ver con la información. Los periodistas estrellas, chupa medias del poder, viajaban en aviones privados, privados de toda ética profesional, privados de todo sentido de autocrítica. Claro, el banquete estaba servido y había muchas servilletas para ponerse al cuello. Nuevamente estábamos a la búsqueda de Trapalanda, la mítica ciudad de los Césares que los invasores coloniales soñaban encontrar en la inmensa Cordillera de Los Andes. El individualismo fue uno de los objetivos a cumplir, el plan necesitaba de gente sola, como objeto social, para aplicarse.
Con la debacle generada por el Presidente De La Rúa, la Argentina quedó en la calle. Nunca un apellido significó tanto una situación. Bajamos por un tobogán y nos vimos parados en Latinoamérica. Éramos nuevamente “sudacas”, adiós brillos. Claro que aquellos que tenían en su poder la pasta de pulir se quedaron con todo la que pudieron y más.
Cuando asumió Néstor Kirchner como presidente, había perdido con Carlos Saúl Menem, los argentinos habían vuelto a votar al artífice del país de cartón pintado. Es esta una clara muestra de cómo los medios asociados a quién los había favorecido anteriormente, trabajaron sistemáticamente para instalar en el imaginario colectivo la figura exitosa de “su candidato” y lograr que nuevamente se votara como consideraban favorable a sus “necesidades”. Menem, sabedor de que en segunda vuelta perdía decidió no presentarse.
La política llevada adelante, primero por Néstor Kirchner y luego profundizada por Cristina Fernández ha hecho que lo más rancio de la sociedad argentina se sienta molesta. Los intereses de la gauchocrasia tienen un sentido opuesto al del resto de la sociedad. Y es que han logrado sumar en su disputa a sectores que jamás pisaron una bosta de vaca.
En este contexto los medios de comunicación se sumaron a la coerción de los prepotentes “estancieros”. La lógica los obliga a sumarse, es que revuelto entre tetas de vacas, camiones llenos de soja y campos brillantes de trigo, viene peleando por salir una nueva Ley de Servicios Audiovisuales.
No es casual esta preocupación, el discurso del amo necesita de una voz, de unos ojos para poder imponerse. La legislación en materia de comunicación pertenece a la última dictadura militar, no solo es anacrónica por lo anticuada sino que es la expresión de un grupo cívico militar que definió el funcionamiento de todo el esquema comunicacional del país.
La voluntad política del gobierno de Cristina Fernández se vio expresada al presentar este año en un Teatro de la ciudad de La Plata el texto de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales. Posteriormente se han debatido en 22 foros de discusión a lo largo y ancho del país su contenido, se han hecho aportes que enriquecen esta Ley y ahora esperamos la presentación Legislativa.
Uno de los pilares del proyecto político actual es la redistribución de la riqueza. Para ser coherente con él es necesario redistribuir LA PALABRA. Es este el invento más útil y hermoso que el ser humano pudo generar.

lunes, 24 de agosto de 2009

La pobreza

No somos mujeres y hombres del escándalo, nuestras conciencias no son saltimbanquis de la alarma. Al contrario: los hechos graves como el de la pobreza de amplios sectores de la población nos atañen. La pobreza atañe al fondo último de nuestros compromisos, la idea de igualdad, nuestras antiguas y recientes militancias. Nos compete, nos atraviesa. Por eso podemos decir: no nos escandaliza. El escándalo es gesto espectacular y ademán avieso. El rostro de los pobres se vuelve superficie de inscripción de llamados evangélicos, sacralidades disponibles, obsceno plano televisivo y objeto de malversación política. Nos atañen tanto las vidas dañadas por la miseria como su circulación en un imaginario que las despoja de creación, potencia y libertad.

Un presidente que desguazó las anteriores tramas sociales pudo decir “pobres habrá siempre” mientras creaba las condiciones para un inédito hundimiento de los salarios y los empleos. La conmoción del 2001 hizo visibles a contingentes de desocupados que habían encontrado en su exclusión el ímpetu para un descubrimiento de sus propias facultades organizativas y políticas. El gobierno iniciado en 2003 pensó al trabajo como una vía de recuperación de la dignidad para los desposeídos. Expansión del empleo y paritarias fueron las llaves precisas y, a la vez, el horizonte deseado. Detenido el ciclo, en la tormenta del mundo, la pobreza se hizo tópico de lo irresuelto. También, núcleo rutilante de una confrontación que es necesario deshojar.

Esto es un fragmento del documento del espacio Carta Abierta ante el debate planteado sobre la “escandalosa pobreza”. Si lo quieren leer completo,hagan clic en el texto.

martes, 18 de agosto de 2009

Quiénes somos?

Decidimos hacernos cargo, dejar de mirar al costado y asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos. Estamos convencidos de que hay todavía demasiada desigualdad por emparejar, y también mucho por corregir y acentuar, como la distribución de la riqueza y la preservación de nuestros recursos naturales. Pero eso es algo que debemos hacer entre todos. Nosotros estamos dispuestos.

Decidimos empezar por el principio, por lo pequeño, para comenzar a caminar. Somos vecinos de Yerba Buena y es desde donde iniciamos nuestra lucha. Sabemos que la ciudad puede estar mejor y queremos ser parte de esa evolución con nuestro aporte y también con nuestras críticas cuando hagan falta.

Nos reunimos como una necesidad a partir de experiencias políticas y sociales compartidas. Nacimos como grupo con el Banco Popular de la Buena Fe, programa que se desarrolla en la provincia desde 2003 bajo la coordinación de Cecilia Córdoba. Algunos de nosotros acompañamos a esta dirigente social cuando desde esa experiencia buscó una banca como concejal en nuestra ciudad, en 2007, y lo volvimos a hacer cuando nos comprometimos en apoyar el proyecto de país que encabezan Néstor y Cristina Kirchner a nivel nacional, y Stella Maris Córdoba en la provincia. Es por eso que nos sentimos parte del Movimiento Nacional Evita.

Venimos de diferentes experiencias y formaciones, pero tenemos en común convicciones que nos alejan del clientelismo y del paternalismo que imperan en parte de la política argentina. Buscamos tomar la cuota que nos corresponde del Estado del que formamos parte para contribuir a la transformación social, política, económica y cultural que hace falta en nuestro país.



              Proyecto Yerba Buena

            Tucumán, julio de 2009